viernes, noviembre 01, 2024

QUILMES

TESTIGO DENUNCIÓ LA COMPLICIDAD DE EMPRESA CON LA DICTADURA QUE TORTURÓ A SU PADRE

Un testigo relató esta semana el secuestro y torturas que sufrió su padre en el excentro clandestino de Pozo de Quilmes durante la última dictadura militar y denunció la complicidad de la empresa automotriz Peugeot con la última dictadura cívico militar.

Se trata de Sergio Maly, hijo de Alberto Felipe Maly, trabajador de la empresa Peugeot que en septiembre de 1977 fue secuestrado en su casa de La Plata y estuvo detenido en el Pozo de Quilmes, la comisaría de Valentín Alsina y luego puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN).

Maly fue recluido en la unidad carcelaria número 9 de La Plata, donde recuperó la libertad en octubre de 1979 para partir al exilio junto con su familia.

«La empresa fue cómplice del desastre que hicieron. Mi padre trabajaba en el sector estampado de Peugeot, en el mantenimiento eléctrico. Estuvo 11 años en ese lugar», relató Maly ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata que juzga a 17 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz, por los delitos cometidos contra casi 500 víctimas cautivas en los excentros clandestinos de Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno de Lanús.

En su declaración, Sergio recordó que en una oportunidad, los trabajadores de Peugeot fueron a un paro y «los militares tomaron la fábrica».

«Las mujeres y los trabajadores se acostaban en el suelo para evitar el avance de los tanques militares», detalló el hombre, quien apuntó que en esa oportunidad su padre y otros 11 trabajadores fueron designados por sus compañeros para hablar con los uniformados y logrando que se retiraran del predio de la empresa.

«Los obreros no llamaron a los militares para reprimir un paro, fue la patronal. Todos los que estuvieron en esa comisión (elegida por los trabajadores) fueron llevados y varios continúan desaparecidos», remarcó el declarante.

Secuestro y desaparición

El 15 de septiembre de 1977, un grupo de tareas irrumpió y copó la casa donde vivía Alberto Maly y su familia, en la capital bonaerense.

Los represores permanecieron en el domicilio a la espera de la llegada del trabajador, a quien secuestraron en la madrugada del día siguiente.

«El grupo de tareas apuntó con sus armas a mi hermano que en ese entonces tenía siete años y aún tiene secuelas psicológicas de todo lo vivido», expresó Sergio Maly, que ese día estaba cumpliendo el servicio militar.

Sergio no estaba en la vivienda pero semanas más tarde también fue detenido y llevado a Campo de Mayo y a un lugar de detención ubicado en la localidad de Los Polvorines.

Tras relatar la búsqueda de la familia por el paradero de Alberto Maly, el testigo explicó que, finalmente, tras un año cautiverio su padre fue liberado.

«Nos contó que estuvo en el Pozo de Quilmes, que fue torturado. Estaba flaco, destrozado. Le daban de comer basura y contaba que a veces los sacaban de las celdas, los hacían formar en fila y a quienes nombraban los hacían dar un paso adelante y se los llevaban», precisó.

Sergio aseguró ante los magistrados que su padre supo que a quienes nombraban y hacían salir de la fila en ese excentro clandestino «los llevaban a un avioncito y los tiraban al río».

«Un día mi abuelo vino con un diario Clarín que publicaba una lista de personas puestas a disponibilidad del PEN y en la que figuraba mi papá, que estaba con nosotros en casa. Y al día siguiente de eso, volvió el grupo de tareas a buscarlo, que tenía que ir a la comisaría de Valentín Alsina, le decían que era para firmar unos papeles. Lo acompañó mi mamá. Y de ahí lo llevaron a la unidad 9. Ahí pasó otro año. Salió en octubre de 1979 y nos exiliamos», relató.

Maly aseguró en el final de su declaración en esta audiencia, que «no vine a declarar por odio o venganza, sino por justicia».

«La mejor venganza, si se quiere, es que no lograron destruirnos como familia, mantuvimos los lazos, el amor, la familia», remarcó con énfasis.

Durante esta audiencia también declaró Roberto Tedoldi, compañero de trabajo y militancia de Alfredo Piñero, cuyo caso se trata en este juicio.

Ambos trabajaban en la fábrica Siam y eran militantes peronistas, y Tedoldi relató la lucha de Piñero en favor de los trabajadores y remarcó que «luchaba por un mundo mejor».

El TOF 1, integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico, juzga por los delitos cometidos en el Pozo de Bánfield y el Pozo de Quilmes al ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime Smart; al exdirector de Investigaciones de la Policía bonaerense, Miguel Etchecolatz; el exmédico policial Jorge Antonio Berges y a los imputados Federico Minicucci; Carlos Maria Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale.

También juzga a Guillermo Domínguez Matheu; Ricardo Fernández; Carlos Fontana; Emilio Herrero Anzorena; Carlos Hidalgo Garzón; Antonio Simón; Enrique Barré; Eduardo Samuel de Lío y Alberto Condiotti.

Por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro conocido como «El Infierno» también están imputados Etchecolatz, Berges y Smart y el ex policía Miguel Ángel Ferreyro.