El viernes 25 de marzo el Padre Obispo Carlos José Tissera presidió la solemnidad de la Anunciación del Señor desde la Catedral de Quilmes y en comunión con el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Argentina, hizo la consagración al Inmaculado Corazón de María: “Desde esta Catedral, queremos hoy realizar esta Consagración, sintiéndonos unidos a todos los cristianos del mundo, a todas las personas de otros credos y a toda persona de buena voluntad, pidiendo entrañablemente el fin de las guerras y comprometiéndonos a trabajar por la justicia y la paz en el mundo”.
El Obispo de Quilmes afirmó en su homilía que “Queremos celebrar la vida, en medio de tanta muerte. Proclamar la dignidad de la vida desde su concepción hasta su desenlace natural. Rezamos y nos comprometemos a recibir la vida, toda vida, recibiéndola como viene, con ternura y misericordia.”
Ante una Catedral colmada, y junto con el Párroco Oscar Marchessi y el Diácono Demián Marino, Monseñor Tissera hizo una mención al Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia: “Ayer (24 de marzo) recordábamos las enseñanzas de nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak, destacando el valor de la dignidad de la vida de la persona humana en un tiempo tan oscuro de nuestra historia, donde la vida estuvo tan amenazada. Miles de desaparecidos, la mayoría jóvenes, fue el saldo de una acción tan despiadada de un gobierno “de facto”, hundiendo en profunda tristeza a tantas familias” y tomó palabras actuales de aquella época para afirmar “nunca más la guerra”, “nunca más la muerte entre hermanos”.
Luego de la homilía se realizó la consagración al Inmaculado Corazón de María, como lo hizo el Papa en Roma y la Conferencia Episcopal Argentina en la Basílica de Luján.
HOMILÍA DE LA MISA DE LA ANUNCIACIÓN
Hermanas y hermanos:
Hoy, en la solemnidad de la Anunciación del Señor, celebramos la “Jornada por la vida”, con el lema “Abrazar la Vida con ternura y misericordia”. El “Sí” de María que acabamos de escuchar en el Evangelio, es el sí para que se haga carne el Señor de la Vida. “Yo soy la Vida” dirá Jesús. “Toda vida vale” es una frase que ha sonado fuerte en los últimos tiempos, y que se inspira en la Palabra de Dios que la Iglesia predica, enseñando que toda sociedad, toda comunidad humana se asienta en la dignidad de cada ser humano.
En estos tiempos en que la vida humana se encuentra amenazada de diferentes maneras, en esta solemnidad de la Encarnación del Hijo de Dios en las entrañas virginales de María, queremos elevar nuestras súplicas por la justicia y la paz en todo el mundo. Queremos celebrar la vida, en medio de tanta muerte. Proclamar la dignidad de la vida desde su concepción hasta su desenlace natural. Rezamos y nos comprometemos a recibir la vida, toda vida, recibiéndola como viene, con ternura y misericordia.
“Todo ser humano está llamado por Dios a disfrutar de la plenitud de la vida; y por estar confiado a la protección maternal de la Iglesia, toda amenaza a la dignidad de la vida humana no puede menos que repercutir en su corazón, en sus entrañas maternales. La defensa de la vida para la Iglesia no es una ideología, es una realidad, una realidad humana que involucra a todos los cristianos, precisamente en cuanto cristianos y en cuanto humanos.” (Francisco – Catequesis 25 de marzo de 2020)
Ayer, “Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia”, recordábamos las enseñanzas de nuestro querido Padre Obispo Jorge Novak, destacando el valor de la dignidad de la vida de la persona humana en un tiempo tan oscuro de nuestra historia, donde la vida estuvo tan amenazada. Miles de desaparecidos, la mayoría jóvenes, fue el saldo de una acción tan despiadada de un gobierno “de facto”, hundiendo en profunda tristeza a tantas familias. En ese tiempo vivimos el conflicto con Chile, casi al borde de una guerra fratricida, en la que el Santo Papa Juan Pablo II obró de mediador para solucionar el conflicto. En el mismo período de la dictadura militar vivimos con profundo dolor la locura de la guerra de las Malvinas. Los jóvenes soldados a quienes siempre recordamos con agradecimiento y respeto, como así también a los sobrevivientes, para comprometernos a un “nunca más la guerra”, “nunca más la muerte entre hermanos”. El Padre Obispo Jorge Novak, junto a su oración, en dos ocasiones ofreció su propia vida: por la aparición con vida de tantos desaparecidos y por el fin de la guerra de las Malvinas.
Hoy, en medio de esta guerra que aflige a los pueblos de Ucrania y de Rusia, el Papa Francisco nos invita a consagrarnos al Inmaculado Corazón de María. Otros papas lo hicieron en el siglo pasado en medio de los grandes conflictos bélicos de la humanidad. Hace unas horas el Papa Francisco ha presidido una Jornada de Penitencia y Oración, en la que ha realizado esta Consagración.
El Papa Francisco nos invita a contemplar a María: “Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y el cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes.” (E.Gaudium 288)
Desde esta Catedral, queremos hoy realizar esta Consagración, sintiéndonos unidos a todos los cristianos del mundo, a todas las personas de otros credos y a toda persona de buena voluntad, pidiendo entrañablemente el fin de las guerras y comprometiéndonos a trabajar por la justicia y la paz en el mundo.
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes