Un equipo de cardiólogos y cirujanos argentinos y españoles, dedicados a la investigación del corazón, presentarán este lunes, en la Universidad Nacional de Avellaneda (UndAv), un libro del especialista en cirugía cardiovascular Jorge Tranini, que incluye sus aportes al desarrollo de un nuevo paradigma sobre el conocimiento de la anatomía y funcionamiento del órgano responsable de bombear la sangre a todo el cuerpo.
La investigación encabezada por Tranini llevó a la identificación de una estructura dentro del corazón, que puede ser ósea o cartiloginosa, según la especie, a la que se aferran las fibras de la banda del miocardio; además, señalaron la existencia de un tercer movimiento de succión entre sístole y diástole que abre la puerta a repensar técnicas y terapéuticas.
Tranini sostuvo: «esta investigación redefine conceptos clásicos sobre el funcionamiento de este órgano vital, tanto en su anatomía como en la fisiología y la mecánica cardíaca, incluyendo el hallazgo de un punto de apoyo, un punto de encuentro entre el segmento ascendente y el segmento derecho de este músculo, que son el origen y final de la estructura miocárdica, al que los investigadores denominan fulcro».
«El miocardio se inserta en sus extremos inicial y final en esta pieza con estructura tendinosa, cartilaginosa, incluso ósea, según la especie analizada, que se localiza por debajo y delante de la aorta», precisó.
Además, el equipo científico observó que, dentro del mecanismo de contracción cardíaca, existe una fricción entre las capas musculares, lo cual exige un sistema de antifricción que utiliza el ácido hialurónico intramiocárdico como lubricante.
«Sin este mecanismo nuevo de antifricción la contracción del miocardio sería prácticamente imposible por la gran disipación de energía», consideró Tranini.
Miguel Ángel García Fernández, profesor de Medicina-Imagen Cardíaca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, resaltó que «esta primera proposición es el real núcleo gordiano de la propuesta científica y el avance en el rompecabezas del funcionamiento cardíaco que propone Trainini: un músculo continuo que necesita un punto de apoyo y la necesidad de contar con un mecanismo antifricción, una triada conceptual revolucionaria».
La investigación también da cuenta de un tercer movimiento del corazón respecto del clásico de sístole-diástole, denominado «fase activa de succión».
Según la teoría clásica, la sangre que salía del corazón volvía al órgano con la misma fuerza con la que salía, sin embargo Tranini sostiene que «el llenado de la sangre en el órgano se provoca a través de una fase intermedia entre sístole y diástole que nosotros advertimos y nombramos como fase activa de succión».
Trainini sostuvo que «el corazón se enseñaba como una estructura y una función que no era la exacta, siempre se lo enseñó como una estructura bidimensional, era visto como una homogeneidad, como querer conocer una ciudad mirando sus murallas exteriores; cuando penetramos entendemos mejor esa estructura y su función que van de la mano».
«El corazón se pliega sobre sí mismo en una estructura helicoide, cuando eyecta sangre es como si se estrujase una toalla y cuando succiona sangre es como si se desestrujase, esa observación nos llevó a encontrar el soporte del corazón, que en algunas especies es más bien óseo y en otras más cartilaginoso», señaló.
El especialista recordó: «nos preguntábamos como era posible pensar al corazón suspendido en la cavidad toráxica sin tener un punto de apoyo que lo ayude a bombear la sangre a razón de 200 centímetros cúbicos por segundo, buscando esa explicación encontramos este hueso al que bautizamos como ‘fulcro’ y que es de donde se agarran las fibras del corazón».
«Rompimos unos mil corazones antes de poder entender lo que estaba pasando porque hay que abrirlos en el punto correcto para identificar el fulcro; fue emocionante comprobar la inserción del músculo en esa estructura que le da soporte», agregó.
Con respecto a la mecánica cardíaca, Tranini advirtió que «el uso de ecuaciones basadas en el concepto de energía (variables integradas) en una cámara ventricular, resulta ser más evidente que expresar simplemente la función en términos de una variable de presión, ya que el concepto de presión sanguínea está determinado por las propiedades del sistema vascular y por la capacidad del corazón».
En ese sentido, aclaró que «aunque este concepto es correcto, la noción de que el volumen de salida es sinónimo de la capacidad de función del corazón es aparente; por ejemplo, el ventrículo derecho y el ventrículo izquierdo expulsan similares volúmenes, pero sus energías son diferentes. Hipotéticamente, si se reduce el diámetro de la aorta, cae el volumen de salida; esto implica que el volumen cambia de acuerdo a la resistencia, por lo tanto el volumen de salida no es un valor independiente, mientras que el volumen de expulsión refleja la capacidad del corazón en función de dos variables independientes: energía de salida y resistencia vascular sistémica».
«De acuerdo a estas consideraciones, sería más lógico hablar de energía cardíaca de expulsión como un parámetro que resume el potencial cardíaco y a la cual concurrirían variables que no son independientes; en el proceso de investigar la energía cardiaca, deberían determinarse la energía de succión y la energía de expulsión como parámetros más fidedignos de la función ventricular», completó.
Este lunes 13 de junio, Trainini y equipo adelantarán los aspectos principales de su trabajo y de la obra «El corazón helicoidal. Fulcro y torsión» en una conferencia reservada para el periodismo científico y especializado en la sede de UNdAv, en España 350 del partido bonaerense de Avellaneda, a las 16.