Se cumplirán mañana 55 años de una página que estableció un antes y un después en la historia del fútbol argentino: Estudiantes de La Plata se constituyó en el primer equipo considerado «chico» en quedarse con un título y romper la hegemonía que hasta entonces imponían Boca Juniors, River Plate, Independiente, Racing Club y San Lorenzo de Almagro.
Desde la instauración de la era profesional, cuya jornada inaugural se había hecho efectiva el 31 de mayo de 1931, los cinco clubes considerados grandes se habían repartido absolutamente todos los títulos nacionales, pero la tarde del domingo 6 de agosto de 1967, en el Viejo Gasómetro de Boedo, Estudiantes aplastó a Racing por 3-0 y se quedó con el Torneo Metropolitano.
Se trataba, pues, de la primera vez que el campeonato argentino no se disputaba con el tradicional formato de dos ruedas de todos contra todos.
En la certeza de que una competencia de dos zonas, con cruces interzonales (llámense clásicos) y una definición con semifinales y final a partido único revitalizarían y ampliarán el cupo de equipos con posibilidades de aspirar a coronar, Valentín Suárez hizo valer su condición de presidente de la AFA y persuadió a los dirigentes más encumbrados de lo revolucionario que sería echar a rodar no una, sino dos competiciones en 1967.
En el primer semestre el Torneo Metropolitano y en el segundo semestre el Torneo Nacional que incorporaría a cuatro representantes del llamado «Interior del país»: (En ese 1967 gozaron del halago inaugural Central Córdoba de Santiago del Estero, Chaco For Ever, San Lorenzo de Mar del Plata y San Marín de Mendoza).
Pero el Metropolitano se lo quedó Estudiantes de La Plata en un sprint inédito y extraordinario: para coronar tuvo que ganar tres partidos en un lapso de seis días.
En efecto, el 1 de agosto cerró su participación en la fase clasificatoria con el clásico platense que 48 horas se había suspendido por el mal estado del campo de juego: en su cancha de Uno y 57 venció 3-0 a Gimnasia y adquirió el derecho de cruzarse con Platense en una de las semifinales.
En la noche del 3 de agosto, en la Bombonera tuvo lugar un convocante y apasionante duelo de estilos: por un lado el juego de toque y emparentado con el lirismo inculcado por Ángel Labruna y por otro lado el laboratorio no exento de inspiración labrado por Osvaldo Zubeldía.
Cuando terminó el primer tiempo la suerte parecía sonreír a Platense en toda la línea: se imponía por 3-1 y los platenses habían perdido a su capitán Enry Barale, lesionado, en tiempos de imposibilidad de introducir modificaciones.
A poco de comenzar el segundo tiempo Platense estuvo a un tris de aumentar el score a 4-1 y de inmediato Estudiantes consumó una asombrosa remontada que incluyó la conquista de tres goles en un cuarto de hora.
De tal suerte, los albirrojos pasaron a la final que 72 horas después deberían afrontar contra el notable Racing de Juan José Pizzuti, que además de eliminar a Independiente con un concluyente 2-0 era el vigente campeón argentino y estaba a punto de jugar la final de la Copa Libertadores de América contra Nacional de Montevideo.
El 6 de agosto de 1967 del que mañana se cumplirán 55 años se hicieron añicos manuales, pronósticos y tendencias históricas: Estudiantes jugó un partido perfecto, devino chico más grande que el grande y se quedó con el Torneo Metropolitano gracias a los goles que en el segundo tiempo anotaron Madero, Verón y Ribaudo.
Esa tarde el Pincha campeón alistó a Alberto José Poletti; Oscar Miguel Malbernat, Ramón Alberto Aguirre Suárez, Hugo Spadaro y Carlos Oscar Pachamé; Carlos Salvador Bilardo, Raúl Horacio Madero y Juan Miguel Echecopar; Felipe Ribaudo, Marcos Norberto Conigliaro y Juan Ramón Verón.
El arquero suplente fue Mario Gabriel Flores, en un campeón en el que también habían jugado Eduardo Luján Manera, Enry Juan Barale, Eduardo Raúl Flores, Rubén Delfor Bedogni, Hugo Mateos y Luis Carlos Zibecchi.
El Metropolitano del 67 resultó uno de los seis títulos ganados por Estudiantes de la mano de Zubeldía, por cuanto también se impuso en la Copa Libertadores de 1968, 1969 y 1970, en la Copa Interamericana de 1969 y la Copa Intercontinental de 1968, ante Manchester United de Inglaterra en la legendaria noche de Old Trafford.