miércoles, noviembre 27, 2024

QUILMES

HOMILÍA DEL OBISPO TISSERA EN EL ENCUENTRO NACIONAL DE CÁRITAS

Carlos José Tissera, Obispo de Quilmes, y presidente de Cáritas Argentina, presidió la misa del Encuentro Nacional de Cáritas que se celebra en Tanti (provincia de Córdoba) el 13, 14 y 15 de agosto, este domingo 14 a las 19.00.

Durante la misa, compartió con los presentes que “Somos Caritas: misión y servicio. Somos Caritas: presencia que cuida, vínculos que hermanan y audacia que transforma” y recordó que “En la pandemia nuestra Iglesia se mostró samaritana y cordial. Nos hizo más humildes y a la vez nos regaló la alegría de servir. Nos santificó, y nos hizo ver que hay muchos santos caminando con nosotros, y que “no son de los nuestros”. La pandemia nos hizo ver que Dios actúa más allá de los frágiles medios humanos de la Iglesia. El fuego de amor enardeció y transformó una cantidad inmensa de corazones de hombres y mujeres, entre ellos muchos jóvenes que, en lugar de quedarse en la queja paralizante, se preguntaron qué podían hacer de bueno por los demás. Dios llamó a muchos para la misión y el servicio, más allá de “nuestras fronteras”. Desde las mismas periferias existenciales surgieron corazones generosos y disponibles, ocasionales samaritanos que reconocieron al Cristo herido al costado del camino, vendaron sus heridas y los cargaron sobre sus hombros”.

A continuación, el texto completo de la homilía:

HOMILIA DE LA MISA DEL DOMINGO XX DURANTE EL AÑO
Encuentro Nacional de Caritas
Tanti – 14 de agosto de 2022

“Yo he venido a traer fuego sobre la tierra” 
(Lc. 12, 49)

Hermanas y hermanos:

Hoy Jesús nos dice: “yo he venido a traer fuego sobre la tierra”. Él quiere encender en el mundo el fuego del Espíritu, el fuego de Pentecostés, la energía transformadora que “renueva la faz de la tierra”, haciendo desaparecer lo antiguo y abriéndola a la nueva creación. Es un fuego que quema el corazón, alimenta la vida y la impulsa por los caminos del Reino de Dios, extendiéndolo a toda la humanidad. Es el deseo más profundo de Jesús: “¡Y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”.

Este proyecto encontrará la oposición, será acogido por algunos y rechazado por otros que al final asesinarán a Jesús en un bautismo de sangre: ”Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!”. En realidad, es un proyecto de amor, de paz y justicia, de reconciliación universal y de armonía con toda la creación, pero causa separación, porque muchos no lo aceptarán, tal vez por desconocimiento, muchas veces por intereses opuestos, o por simple flojera y dejar las cosas como están. Todos los intentos de cambio desencadenan conflictos, entre las fuerzas que prefieren no cambiar nada y las que intentan abrir caminos nuevos, entre la paz del orden establecido y la lucha por un mundo más humano y una vida plena.

Se cumple la profecía del anciano Simeón: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción”. Frente a él no es posible la neutralidad. La adhesión a su mensaje será motivo de unión o de división en la misma familia y en la sociedad.

El autor de la carta a los Hebreo se dirige a la primitiva comunidad cristiana que vive durísimas pruebas, rodeada ya de una nube de testigos (mártires), y les dice: “Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús… Piensen en Aquél que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento”.

“Somos Caritas, misión y servicio”. Nos hemos encontrado en Tanti, para dejarnos transformar por el fuego del Espíritu. El fuego de su amor arde en la Eucaristía: “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos”. El evangelio de Juan dice: “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Y se puso a lavar los pies de sus discípulos. Luego les dijo: “Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”. El Santo Cura Brochero, en uno de los pocos comentarios escritos, dice: “En la última Cena, el corazón de Jesús explotó de amor”.

“Somos Caritas, misión y servicio”. El Papa Francisco ha querido evidenciar esta admirable unidad “misión-servicio” en la Exhortación Apostólica “Evangelii gaudium” dedicando el capitulo IV a “La dimensión social de la evangelización”.

Esta indivisible unidad entre misión y servicio nace del corazón mismo del Evangelio; es el espíritu de las Bienaventuranzas.

El fuego que trae Jesús es el espíritu que arde potentemente en las Bienaventuranzas. El Espíritu nos lleva a contracorriente. Si bien este mensaje (de las bienaventuranzas) de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida. Aquí se da la lucha del cristiano. Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que sólo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo”. (GE 65)

“Somos Caritas, misión y servicio” porque queremos vivir las Bienaventuranzas, guiados por el “gran protocolo” que Jesús nos propone en el capítulo 25 del evangelio de Mateo, como un comentario de la bienaventuranza: “Felices los misericordiosos”; “porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver» (25, 35-36)

La pandemia ha cambiado nuestra vida y a nuestra sociedad. El Papa Francisco ha sido la persona que nos ayudó a transitar este tiempo crítico. Los hizo con palabras y gestos. Se ha grabado en nuestro corazón el momento en que el Papa Francisco apareció en la Plaza San Pedro como un piloto de tormentas, para guiar a la humanidad en una de sus noches más oscuras. También recordamos sus alentadoras palabras de aquel viernes 27 de marzo de 2020:

“Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”.

En la pandemia nuestra Iglesia se mostró samaritana y cordial. Nos hizo más humildes y a la vez nos regaló la alegría de servir. Nos santificó, y nos hizo ver que hay muchos santos caminando con nosotros, y que “no son de los nuestros”. La pandemia nos hizo ver que Dios actúa más allá de los frágiles medios humanos de la Iglesia. El fuego de amor enardeció y transformó una cantidad inmensa de corazones de hombres y mujeres, entre ellos muchos jóvenes que, en lugar de quedarse en la queja paralizante, se preguntaron qué podían hacer de bueno por los demás. Dios llamó a muchos para la misión y el servicio, más allá de “nuestras fronteras”. Desde las mismas periferias existenciales surgieron corazones generosos y disponibles, ocasionales samaritanos que reconocieron al Cristo herido al costado del camino, vendaron sus heridas y los cargaron sobre sus hombros.

“Somos Caritas: misión y servicio”. “Somos Caritas: presencia que cuida, vínculos que hermanan y audacia que transforma”.

Hemos llegado a Tanti culminando la Caminata Institucional 2021-2022. Las imágenes de la Virgen de Luján y de San José con el Niño han recorrido nuestras diócesis. Sólo Dios sabe cuántas personas han sido consoladas, acompañadas y escuchadas por nuestro Dios que nunca abandona.

Desde nuestras Caritas nos hemos unido al proceso sinodal vivido en la Asamblea Eclesial de América Latina y del Caribe, y al camino que hace la Iglesia universal hacia el Sínodo sobre la sinodalidad del 2023: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

La cartilla que nos acompañó en este camino de discernimiento espigó algunos párrafos del precioso libro “Soñemos juntos” del Papa Francisco, compuesto con un escritor y periodista inglés. En él encontramos verdaderas perlas para nuestra misión y servicio. Solamente les comparto estas palabras inspiradoras:

“¿Cuál es el fruto más grande de una crisis personal? Diría que la paciencia, condimentada con un sano sentido del humor, que nos permite aguantar y crear espacio para el cambio. Cuando hablo de cambio, quiero decir que esas personas que están ahora en la periferia se conviertan en los agentes del cambio de la sociedad”.

Vienen nuevamente a nuestros corazones en esta noche las palabras del Evangelio de hoy:

“Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”

+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes
Presidente de Cáritas Argentina