Por Cecilia Alemany (*)
El Día Internacional de la Paz es una oportunidad para reconocer la contribución de las mujeres en la construcción y el sostenimiento de la paz duradera, pero es un camino que debe transitarse cada día para prevenir los conflictos y fortalecer la democracia.
En un contexto global tan complejo como el que vivimos, algunos países de América Latina y el Caribe enfrentan crisis económicas, sociales y de gobernabilidad, agravadas por la pandemia del COVID-19, que ponen a prueba a las sociedades y requieren de esfuerzos compartidos y consensos amplios para salir adelante.
Según el Secretario General de Naciones Unidas, en 2020 las mujeres representaban solo el 23% de las delegaciones de las operaciones de paz y el 5,2% del personal militar, porcentaje inferior a la meta del 6,5% que la ONU se propuso para 2020.
En su reciente visita a Argentina, el Secretario General Adjunto de Operaciones de Paz de las Naciones Unidas, Jean-Pierre Lacroix, subrayó que la paridad de género es una de las prioridades de Naciones Unidas y que se está trabajando para incrementar el número de mujeres en las operaciones de mantenimiento de la paz, especialmente en altos niveles de responsabilidad.
Por ello, durante la primera Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Operaciones de Paz de Naciones Unidas en Perú, ONU Mujeres sostuvo que aún persiste una abismante brecha en la participación de las mujeres en la toma de decisiones sobre paz y seguridad.
En 2023 Argentina acogerá la segunda edición de este encuentro y presidirá la XVI Conferencia de Ministros/as de Defensa de las Américas 2023-2024. Será una oportunidad para comprender que la agenda de Mujeres, Paz y Seguridad no se trata de hacer los conflictos más seguros para las mujeres y niñas, sino de prevenirlos y construir sociedades más resilientes, pacíficas e igualitarias.
Argentina contribuye de manera activa al fortalecimiento del sistema multilateral de Naciones Unidas y participa de forma permanente en las operaciones de paz. Actualmente participa en ocho operaciones, entre ellas, el Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua de Medio Oriente de 1948 -la primera de la historia de la ONU-, para supervisión en Palestina.
La Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a punto de cumplir 22 años, es uno de los principales marcos internacionales para abordar con perspectiva de género las amenazas a la paz. Nueve países de la región cuentan con planes de acción nacionales para cumplir esos compromisos internacionales para la construcción de la paz. En este sentido, se espera que Argentina renueve su segundo plan nacional de acción para la implementación de la Resolución 1325 que le permitirá fortalecer el rol de las mujeres en la construcción de paz.
Asegurar la participación de las mujeres es una cuestión de derechos y permite fortalecer la paz, la mediación social y la democracia desde el territorio. Las mujeres son protagonistas en el apuntalamiento de los tres pilares de una paz sostenible: recuperación económica y reconciliación, cohesión social y desarrollo y legitimidad política.
Cuando las mujeres forman parte de las mesas de negociación, los acuerdos de paz son más efectivos y duraderos. Cuando hay más mujeres en las misiones de paz, el enfoque de derechos humanos e igualdad de género se fortalece y se hace realidad.
(*) Directora regional adjunta de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe y representante en Argentina.
Fuente: Télam