domingo, noviembre 24, 2024

QUILMES

DIÓCESIS DE QUILMES: «TODAVÍA ESTAMOS A TIEMPO PARA UN CAMBIO DE RUMBO»

Los departamentos de Justicia y Paz y Pastoral Social; y la Vicaría de la Solidaridad de la diócesis de Quilmes, difundieron una declaración conjunta con el título “Todavía estamos a tiempo”, en la que expresan sus preocupaciones sobre la realidad nacional y reiteran su cercanía con quienes sufren y desesperan en la coyuntura socio-económica actual.

“A un mes de ejercicio, nos preocupan algunas decisiones del gobierno nacional que están lejos de ser un aporte para consolidar una verdadera justicia en el cuerpo social, y además generan un clima de tensión y conflictividad que pueden llegar a amenazar la paz”, sostienen.

“Quiere ser éste un llamado a nuestras autoridades para que reflexionen y escuchen el clamor de los pobres de la tierra. La propuesta del ‘cambio’ a cualquier precio, sin ningún tipo de contención social, sólo significa profundizar la miseria y la desesperación. Nuestro país transitó profundas crisis que fueron resueltas mediante la sangre, nosotros queremos una patria donde haya lugar para todos, donde la paz sea fruto de la justicia y la amistad social sea el horizonte de la convivencia democrática”, se diferencian.

Los organismos diocesanos recuerdan que “la auténtica fuerza del cielo es la que se hizo tierra y pueblo en la carne de Jesús, que es la que está siendo crucificada en los que menos tienen, y es quien nos convoca cada día a construir su Reino de Justicia y Paz”.

“Creemos que estamos a tiempo para un cambio de rumbo, queremos estar cerca de los que sufren, acompañar a los que desesperan y caminar junto con los que luchan”.

Texto de la declaración

“He visto la opresión de mi pueblo, he oído los gritos de dolor, conozco muy bien sus sufrimientos” (cf Ex 3,7)

El pasado noviembre de 2023, antes del triunfo electoral del actual gobierno nacional, advertíamos que “la coyuntura socio-económica es difícil. Pero no nos salvamos solos. La salida es en común, en un proyecto de unidad nacional que no deje afuera a nadie. Nuestro compromiso cristiano, creemos, es sumarnos a ese gran acuerdo nacional que integre las necesarias diferencias del cuerpo social desde donde pensarnos y realizarnos como Patria. Deseamos ardientemente que “la justicia y la paz se abracen” (Departamento de Justicia y Paz-Pastoral social Diócesis de Quilmes, “La justicia y la paz se abrazaran”, 12/11/23)

A un mes de ejercicio, nos preocupan algunas decisiones del gobierno nacional que están lejos de ser un aporte para consolidar una verdadera justicia en el cuerpo social, y además generan un clima de tensión y conflictividad que pueden llegar a amenazar la paz.

Por decir algunas:

– La brutal devaluación y el aumento indiscriminado de precios consolidan una transferencia de ingresos desde la población más pobre a los sectores más favorecidos, que siguen concentrando la riqueza en pocas manos.

– La propuesta del desguace del Estado, con el argumento de la mayor eficiencia que aportarían manos privadas, nos recuerdan aquel triste pasado privatizador que generó la tremenda crisis del 2001. Da la sensación que la verdadera intención del gobierno nacional es otorgar el gerenciamiento de nuestras empresas nacionales a poderosos actores privados, a quienes ofrece, además, lugares claves en importantes dependencias del Estado.

– La publicación del desconcertante “Decreto de Necesidad y Urgencia” o el proyecto de “Ley Ómnibus”, con el que buscan imponer un cambio inmediato, amenazando con catástrofes apocalípticas en caso de no ser aceptados, avasallan el sistema legal y el funcionamiento de las instituciones democráticas.

– El territorio nacional y nuestros recursos naturales se ofrecen libremente al mejor postor. El pretendido avance de la libertad solo consagra el rédito económico como el único criterio de gobierno. Da la sensación de encontrarnos frente a personas que, mirando “planillas de Excel”, deciden recortes, despidos y proponen negocios poco claros.

– La desregulación económica impacta en el precio de alimentos y medicamentos, tarifas y servicios. ¿Hasta cuándo podrán, especialmente las familias, los jubilados, los jóvenes más pobres, tolerar el peso de este yugo insoportable, cuando no hay atisbos en el crecimiento de ingresos que acompañen esta escalada que parece no tener techo?

– Nos preocupa el clima de intolerancia. La criminalización de la legítima protesta social no nos parece un camino a transitar. El clamor por las ollas vacías no se puede apagar con palos y represión.

– Señalamos finalmente que vemos en el actual gobierno nacional, y ante esta lista ciertamente incompleta, un creciente clima de mesianismo que desprecia la historia de luchas y reivindicaciones sociales y laborales en nuestra Patria.

Algunos podrán decirnos que “hay que darle tiempo” al nuevo gobierno. Frente a los acelerados cambios que se van produciendo, por las medidas adoptadas desde el poder ejecutivo, solo se avizora dolor y sufrimiento para la gran mayoría de la sociedad. Delante de esto no queremos permanecer indiferentes ni ser cómplices silenciosos.

Quiere ser éste un llamado a nuestras autoridades para que reflexionen y escuchen el clamor de los pobres de la tierra. La propuesta del “cambio” a cualquier precio, sin ningún tipo de contención social, sólo significa profundizar la miseria y la desesperación. Nuestro país transitó profundas crisis que fueron resueltas mediante la sangre, nosotros queremos una patria donde haya lugar para todos, donde la paz sea fruto de la justicia y la amistad social sea el horizonte de la convivencia democrática.

La auténtica fuerza del cielo es la que se hizo tierra y pueblo en la carne de Jesús, que es la que está siendo crucificada en los que menos tienen, y es quien nos convoca cada día a construir su Reino de Justicia y Paz. (Cfr. Mt 6,33)

Creemos que estamos a tiempo para un cambio de rumbo, queremos estar cerca de los que sufren, acompañar a los que desesperan y caminar junto con los que luchan.