Un hombre que sufrió secuestro y torturas en el centro clandestino «El Infierno» que funcionó en la Brigada de Lanús durante la última dictadura cívico militar aseguró que a 45 años de ese hecho «buscamos verdad y justicia, no venganza».
Se trata de Oscar Solís, quien fue secuestrado junto a su hermano Alberto, en 1976, cuando tenían 22 y 21 años, respectivamente, y ayer brindó testimonio ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que desde octubre último juzga a 17 represores, entre ellos, Miguel Etchecolatz, por los crímenes de lesa humanidad contra casi 500 víctimas que estuvieron cautivas en los centros clandestinos de Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno.
Solís y su hermano fueron secuestrados el 16 de diciembre de 1976, en su casa de la localidad de La Tablada, partido de La Matanza, y fueron llevados encapuchados y esposados a «El Infierno», donde ambos sufrieron torturas con picana eléctrica.
«Si bien pasaron 45 años, pido disculpas porque me pongo mal al revivir estas cosas, estas cosas se mantienen vivas, por eso, hay que colaborar con la justicia y dar testimonio», dijo el hombre en su declaración vía plataforma Zoom desde la ciudad de Shanghai, en China.
Solís, que al momento de ser secuestrado era estudiante universitario y había fundado la Federación de Estudiantes Peronistas de la Universidad de Lomas de Zamora, contó que fue llevado a una sala y, tras colocarle un cable en uno de los dedos de su pie, comenzaron a aplicarle picana en todo el cuerpo.
«Por suerte no me dejaron impotente y tuve 4 hijos», aclaró la víctima, en alusión a la picana aplicada en sus genitales.
Relató las condiciones infrahumanas de alojamiento en ese centro clandestino, donde apenas le daban de comer unas pocas cucharadas de algo parecido a un guiso mientras le daban de beber «con una manguera que nos metían hasta la garganta».
No les permitían bañarse y debían «rogarle» a los guardias que los dejaran salir hasta un baño para hacer sus necesidades.
«Si no te mataba la tortura te mataba la desnutrición», aseguró el hombre que aportó los datos de otras víctimas con las que compartió cautiverio.
Recordó que «en El Infierno estaba Nilda Eloy, era la única mujer, y estaba en la última celda. Gritaba todas las noches, supongo que la estaba abusando».
«También a veces la hacían gritar a Nilda cuando torturaban a otro detenido para que éste pensara que estaban torturando a un familiar», recordó.
Solís reflexionó que «si era degradante estar allí para un hombre, mucho más lo era para una mujer que, además, como en el caso de Nilda, estaba sola en El Infierno».
Una semana después de ser secuestrados y torturados, los hermanos Solís fueron trasladados hasta un descampado y les dijeron que no se quitaran las capuchas hasta que terminen de contar hasta 100.
«Mi hermano estaba aterrado y me pidió que contáramos hasta 200. Y así lo hicimos. Cuando terminamos de contar hasta 200 nos descubrimos y buscamos ayuda, pensando en decir que nos habían robado. Pasaba un hombre con una camioneta que se detuvo, y a pesar que estábamos con un olor impresionante nos dejó subir y hasta comer unas ciruelas que tenía en un canasto», relató.
Ese hombre «nos llevó a su casa, nos permitió bañarnos y nos dio de comer», recordó interrumpiendo su narración por la emoción.
Más tarde, los Solís se contactaron con su familia, que los fue a buscar de inmediato.
«Quedamos con secuelas. Mi hermano tuvo varios ACV y yo por muchos años sentía a la noche que frenaba un automóvil y me levantaba, creyendo que venían a buscarme», dijo en relación a las secuelas que les dejó el cautiverio e indicó: lo «muy movilizador y emotivo» de revivir esos hechos.
«Buscamos la verdad y la justicia, sin venganza, todos los que sufrimos vejaciones y humillaciones queremos eso», remarcó.
Consideró que la última dictadura militar «generó un vaciamiento (en la sociedad argentina), por eso del ´no te metás'».
Durante esta audiencia también declaró Luis Paredes, amigo de Jorge Mendoza Calderón, conocido como «El Piura», por ser oriundo de esa ciudad peruana quien fue secuestrado el 5 de octubre de 1976 en su casa de La Plata.
«El Piura» era estudiante de la carrera de Cinematografía de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y socio fundador del Grupo de Cine Peronista.
Paredes se emocionó al recordar que «El Piura» «era como mi hermano» y exhibió una foto del estudiante de cine desaparecido: «es una de las pocas fotos de él, y la colocamos en el frente de El Infierno, donde fue visto con vida por última vez», remarcó.
El Piura «fue un militante de hierro y un gran cuadro político, militó en la FUR, en la FUP y en Montoneros. Hicimos toda la carrera de cinamatografía juntos y fue socio fundador del Grupo de cine peronista de La Plata», precisó.
Contó que «desde ese grupo filmamos desde el acto de unificación de juventudes peronistas en enero de 1972 hasta mediados de 1975, todos los acontecimientos importantes que sucedieron en el país».
«Si caían esos archivos ahí estaban las caras de todos los compañeros. Pero Jorge nunca dijo dónde estaban, nunca habló», dijo emocionado.
Esos documentos fílmicos ya habían sido preservados en una casa en Buenos Aires, no estaban en La Plata y «El Piura» era uno de los pocos que sabía el lugar, pero no lo dijo a sus victimarios, lo que permitió que esos archivos estén preservados en el hoy Museo de la Memoria, en la ExEsma.
Además, contó que existe una denuncia radicada en Francia donde constan los nombres de los estudiantes de cine de La Plata que fueron secuestrados durante la última dictadura cívico militar.
Ante esa información, el fiscal Juan Martín Nogueira, pidió al TOF 1 que ese listado se incorpore como prueba nueva.
El TOF 1, integrado por Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Ricardo Basilico, juzga por los delitos cometidos en el Pozo de Bánfield y el Pozo de Quilmes al ex ministro de Gobierno bonaerense durante la dictadura, Jaime Smart; al exdirector de Investigaciones de la Policía bonaerense, Miguel Etchecolatz; el exmédico policial Jorge Antonio Berges y a los imputados Federico Minicucci; Carlos Maria Romero Pavón, Roberto Balmaceda y Jorge Di Pasquale.
También empezó a juzgar a Guillermo Domínguez Matheu; Ricardo Fernández; Carlos Fontana; Emilio Herrero Anzorena; Carlos Hidalgo Garzón; Antonio Simón; Enrique Barré; Eduardo Samuel de Lío y Alberto Condiotti.
Por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro conocido como «El Infierno» también están imputados Etchecolatz, Berges y Smart y el ex policía Miguel Ángel Ferreyro.