Por Dra. Vanesa Edelvais Castellano (M N 111169), especialista en pediatría y médica del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la Ciudad de Buenos Aires.
Este comienzo del año trae muchas incertidumbres para las familias frente a la pandemia que estamos atravesando. Una de ellas está relacionada con el comienzo de clases. Independientemente de la modalidad, es fundamental que los niños y adolescentes cumplan con el control de salud y el calendario de vacunación.
Las vacunas son una herramienta de alto impacto en la sociedad, previenen el sufrimiento, la discapacidad y muerte por enfermedades infecciosas. Si bien los primeros años de vida son claves para lograr protección de enfermedades serias, los niños escolares deben recibir sus vacunas también.
Dentro de las vacunas escolares se encuentra el grupo de ingreso escolar, cuya vacunación se realiza entre los 5 y 6 años de acuerdo al Calendario Nacional. En ese periodo recibirán su segunda dosis para sarampión, rubeola y parotiditis con la vacuna triple viral, junto con el refuerzo para difteria, tétanos y tos convulsa con la triple bacteriana, también el refuerzo para la poliomielitis.
Entrando en la adolescencia a los 11 años deben recibir el refuerzo para la meningitis con la vacuna para meningococo tetravalente, el segundo refuerzo para tétanos, difteria y tos convulsa. Iniciarán la vacunación contra el virus del papiloma humano para lograr la prevención en el futuro del cáncer de cuello uterino y otros tipos de cáncer, que también se pueden presentar en varones, además de las verrugas genitales.
Un aspecto importante de la vacunación escolar es lograr no sólo la protección individual de las enfermedades sino lo que llamamos «inmunidad colectiva». Esto significa que, si las coberturas de vacunación son suficientes, la cadena de transmisión de enfermedades se reduce a tal punto de lograr la protección de la sociedad en su conjunto. Es por ello que las vacunas son solidarias, ya que protegen a la comunidad si cumplimos el objetivo de la vacunación en todas sus etapas. También los adolescentes pueden ser transmisores de enfermedades serias como la meningitis y la tos convulsa para los más pequeños si no se vacunan.
Durante el año 2020, con el comienzo de la pandemia, se ha demorado el cumplimiento de la vacunación escolar; las razones fueron muchas: temor del contagio al concurrir a los centros de vacunación, situaciones de aislamiento que dificultaron la llegada a los centros de salud o no percibir la importancia de la vacunación a pesar del aislamiento.
Será necesario para el 2021 recuperar los esquemas atrasados, así como continuar vacunando a los niños escolares. Al igual que la OMS, sociedades científicas como la Sociedad Argentina de Pediatría recomiendan la vacunación como una prioridad para la salud pública. Si la vacunación en esta etapa disminuye existe un riesgo de aparición de brotes como el sarampión o reemergencia de la tos convulsa entre otras enfermedades que se pueden evitar.
Los pediatras apoyamos fuertemente la vacunación y esperamos que los padres lleven a sus hijos a vacunar, tanto para su protección como lograr la meta de coberturas de vacunación adecuadas. La comunicación con los hijos en esta etapa escolar permitirá lograr un compromiso y responsabilidad compartida, principalmente con los adolescentes.