El 63 por ciento de las mujeres de entre 30 y 64 años están “empleadas” en la Argentina, ocho de cada 10 tienen a su cargo las tareas domésticas y, según proyecciones realizadas en 2020, “viven en promedio de 6,5 años más que los varones”, de acuerdo con conclusiones presentadas por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en coincidencia con del Día de la Mujer Trabajadora.
La brecha de género es la “distancia entre mujeres y varones con relación a un indicador determinado”, explicó el Indec en un informe dispuesto en cuatro secciones: perfil demográfico de las mujeres, perfil educativo y de trayectorias escolares, participación en el mundo laboral y desigualdades presentes en la búsqueda de la autonomía económica.
El organismo sostuvo que el contexto demográfico actual tiene a las mujeres como “grandes protagonistas”, debido al descenso sostenido de la fecundidad, la mayor sobrevida respecto a los varones y una creciente presencia relativa entre los grupos de edad más avanzada.
Según las proyecciones de esperanza de vida calculadas en 2020, las mujeres viven en promedio 6,5 años más que los varones.
En 2010 también se registraron 145,2 mujeres por cada 100 varones en el grupo de 65 años y más, lo que evidenció que, según el organismo, “la vejez está feminizada”.
También se registró un descenso de nacimientos: mientras en 1914 las mujeres tuvieron -en promedio- 5,4 hijos, en la actualidad ese valor disminuyó a 2 hijos.
A pesar de esto, desde el organismo sostuvieron que “las brechas con los varones se mantienen”.
En este sentido, el informe evidenció que en todas las etapas de participación laboral, los varones presentan una tasa de empleo mayor que las mujeres, demostrando que la tasa de desocupación de las mujeres es un 30% superior a la de los varones.
En las edades centrales -30 a 64 años- 63 de cada 100 mujeres se encuentran empleadas, en contraposición al grupo de varones, donde la relación es de 86 cada 100.
También existe una desigualdad en relación a los salarios, ya que por por cada 100 pesos que gana en promedio un varón una mujer gana 74.
En cuanto a los puestos no calificados, por cada 100 pesos que gana en promedio un varón, una mujer percibe 69, evidenciando que la brecha de ingresos aumenta a menor nivel educativo y a menor calificación de la ocupación.
En relación al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), mientras casi la mitad de las mujeres aportantes de 59 años tienen aportes derivados de casas particulares y monotributo, entre los varones de 64 años predominan los del sector privado en relación de dependencia.
En tanto, mientras que ocho de cada 10 mujeres perciben jubilaciones a través de moratorias, ente los varones la proporción desciende a algo más de cuatro de cada diez.
A su vez, si bien la proporción de varones y mujeres que perciben ingresos de una jubilación o pensión es similar, las mujeres tienen menos años de aportes y perciben haberes jubilatorios inferiores a los de sus pares varones: por cada 100 pesos que un varón percibe por una jubilación, una mujer recibe 90.
En relación al trabajo doméstico, el informe señaló que las mujeres siguen siendo quienes más tareas realizan en el hogar: ocho de cada 10 mujeres están a cargo de esa responsabilidad, mientras que menos de cinco de cada diez varones ejecutan este tipo de tareas.
Desde el organismo sostuvieron que esto genera una “sobrecarga para las mujeres”, principalmente para aquellas con “responsabilidades domésticas y de cuidado”, produciendo el “principal obstáculo para la participación laboral plena”.
El tipo de trabajo también se encuentra diferenciado por género: mientras las mujeres participan mayoritariamente en ramas vinculadas al cuidado como la salud, la educación y el servicio doméstico -cuatro de cada 10- los hombres lo hacen en la industria manufacturera y la construcción.
Otro aspecto laboral presente en el informe señaló que el porcentaje de varones en puestos de dirección y jefatura es de un 75% superior al de las mujeres.
Sobre los niveles educativos, el dosier reflejó que las mujeres de 25 años o más, alcanzan niveles más altos de educación que los varones.
Sin embargo, a pesar de que las mujeres de entre 18 y los 24 años presentan mayores tasas de asistencia al sistema educativo formal en relación a los hombres, el acceso está condicionado por su posición económica.
Las diferencias de ingresos también determinan las trayectorias educativas de las mujeres, ya que mientras que 80 de cada 100, de 15 a 24 años del quintil (la quinta parte de una población estadística) de ingresos más alto asisten al sistema educativo, solo lo hacen 58 de cada 100 del quintil más bajo.
Sobre esto, el organismo sostuvo que “a mayores ingresos, más educación”.
Por último, las posibilidades de autonomía económica presentan diferencias entre las propias mujeres cuando se tiene en cuenta su posición socioeconómica, ya que el 30,5% de las mujeres sin secundario completo participa en el mercado laboral, mientras que la proporción supera el doble entre aquellas que tienen educación superior.
Por su parte, las mujeres del quintil de menores ingresos participan en mayor proporción en actividades de servicio doméstico y comercio, mientras que las del quintil de mayores ingresos lo hacen en salud, educación y servicios financieros y empresariales, entre otros.